El sol volvió de nuevo a su sitio. La habitación del hotel era ya una mezcla de aromas. Aromas de su cuerpo, de su perfume, de su boca y, también, fuertes olores a soledad, amargura y recuerdos. Ambos sabían que nunca se volverían a ver. Salió.
Sus cartas llegaron todas juntas. Las letras del remitente apenas se leían. Sólo se intuía con bastante claridad aquel nombre que odiaba: BOSNIA. Sabía que no volvería a su lado. Sabía que en aquel lugar había quedado una parte de ella. No las abrió.
Cuando la vio por primera vez, el mundo se paró. Su corazón se alegró. Su presión sanguínea subió. Había sido mucho tiempo siendo sólo bits. Hoy eran perfume, sentimientos, abrazos. ¿Mañana? Mañana volverían a ser bits. Pero hoy eran un solo cuerpo.
_Jesús_
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